Daniel Méndez / xl semanal
Día 24/11/2014 - 12.11h
La criatura ha sido creada utilizando
órganos artificiales desarrollados para reemplazar partes del cuerpo
dañadas por enfermedades o accidentes
Al principio lo llamaron
Rex,
acrónimo del término 'robotic exoeskeleton' (exoesqueleto robótico).
Pero poco después rebautizaron a la criatura con el nombre de
Frank, en un guiño a
Frankenstein.
Frank necesitaba un riñón y se lo donaron. Le hacía falta un
páncreas... y consiguió uno. Lo mismo ocurrió con su corazón, la tráquea
o los ojos. Frank no es una persona. Tampoco es exactamente un hombre
biónico, aunque el documental que narra su gestación se llame
precisamente
Cómo construir un hombre biónico.
Viene a ser, en realidad, un espectacular escaparate con los últimos
desarrollos en lo que a implantes y prótesis biónicas se refiere. Ha
sido creado por la compañía británica Shadow Robo, y hasta el principal
responsable de esta empresa
Richard Walker se
ha quedado sorprendido por la cantidad de órganos del cuerpo humano que
ya se pueden crear en un laboratorio: más de un 60 por ciento de
nuestro organismo ha sido creado artificialmente en el cuerpo de Frank.
Tiene piernas capaces de andar, brazos, una tráquea, riñones, un corazón
que bombea sangre artificial...
Cada una de sus partes ha sido creada en un rincón del
mundo: desde California hasta Nueva Zelanda, pasando por Alemania o Gran
Bretaña. Y todas ellas están destinadas a utilizarse en un futuro como reemplazo de órganos enfermos o amputados en un cuerpo humano real.
El precio de todos ellos alcanzaría, de no haber sido donados para el
proyecto, un millón de dólares (algo más de 800.000 euros). En muchos
casos se trata de prototipos en fase experimental. Y, de momento, Frank
no está completo. Le falta un aparato digestivo y lo más importante de
todo: un cerebro.
Por ahora, este gigante artificial de dos metros de altura solo
funciona respondiendo a las órdenes de un ser humano que lo controla a
través de un ordenador.
Tiene, eso sí, un rostro: el del psicólogo social de la Universidad de Zúrich
Bertolt Meyer,
protagonista del documental en el que él mismo relata el desarrollo de
su versión biónica. La elección de Bertolt no ha sido casual. Nació en
Hamburgo hace 34 años con una peculiaridad: le faltaba parte de su brazo
izquierdo, que solo se desarrolló unos tres centímetros por debajo del
codo. Prácticamente desde que nació, ha llevado una prótesis. Al
principio era un añadido pasivo, cuya función era únicamente la de
acostumbrar al pequeño a convivir con una parte ajena a su cuerpo.
http://www.abc.es/ciencia/20141124/abci-frankenstein-siglo-primer-hombre-201411241205.html